Desde niño tuve admiración por los Boys Scout de mi pueblo, donde estaban mis primos mayores y gente conocida, mi padre me acondicionaba unos tarros para jugar y de manera autodidacta comencé con la percusión. Luego estando en 4to año básico en Septiembre de 1985, con tan solo 9 años, se dio la oportunidad de ingresar como baterista a la banda de la Escuela FN 346 de Marchigüe, a cargo de don César Garrido Rebolledo, quien nos inculcó valores de respeto y responsabilidad y eso me llenaba de orgullo estar en sus filas.
Se agregaron a la dirección de la banda Jano Montesinos, con quien recuerdo que debíamos ensayar en las bodegas de la vieja estación de trenes, luego la banda estuvo a cargo de Juan Cornejo y después de Luis Silva “El Tío Lucho”, quien siguiendo el legado de don César, nos inculcó valores de perseverancia y entusiasmo por ser buenos en los que hacíamos, en esa época era un orgullo enorme estar en la banda de la escuela y recuerdo que llegamos a haber mas de 70 inscritos, donde se tocaban pitos, baterías o cajas y trompetas. Participamos de varios “Encuentros de Bandas”, debíamos ir a exponer nuestras destrezas y esquemas de trabajo o coreografías aprendidas durante un año, fuimos a Rengo, Santa Cruz, Peumo entre los pueblos que recuerdo, no era una competencia era solo exposición, que nos permitía a nosotros también conocer otras realidades, donde si habían más recursos económicos, que se evidenciaban en la calidad y cantidad de sus equipos o instrumentos. Pero nosotros a pesar de todas las dificultades que teníamos en esa época, disfrutábamos ser parte de la banda y lo tratamos de hacer de la mejor forma posible.
En vísperas de cada 18 de septiembre, en el pueblo, se aceleraban los ensayos y fue así como en una oportunidad, faltó el Guaripolista titular y como venía observando las maniobras desde muy chico, no dude en hacerlo de tomar esa responsabilidad y logre estar en ese cargo hasta que salí de 4to Medio, inclusive hasta dos años después de haber egresado.
Estar a cargo de la Guaripola, para mi siempre significó una gran satisfacción pero además mucha responsabilidad ya que mi rol era dirigir la manada, en términos de liderazgo y eso era muy significativo para mi.
Ahora 30 años después, llegar a dirigir la banda, fue muy sorpresivo para mi. Donde primero lo tomé casi como una broma, pero efectivamente necesitaban de mi apoyo y pude participar gustosamente. Revivir el cariño de la gente mientras uno desfila, es muy satisfactorio y me vuelve a llenar de orgullo, por lo que agradezco a los organizadores que se acordaron de mi y me llamaron.
A los jóvenes me gustaría dejarles el mensaje, de que no dejen morir esta tradición e Iniciativa y que la potencien cada día más, ojalá motivar a mas gente que se inscriba para hacer una gran Gran Banda en nuestro pueblo, para deleitar a todos los vecinos que acompañan con su entusiasmo y que se sientan orgullosos de pertenecer a ella.
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